El refinamiento y la elegancia de las cortes europeas del siglo XVHI se vio reflejado en el arte rococó.
Un estilo esencialmente decorativo
El término “rococó” deriva del francés rocaille, que puede traducirse como rocalla, dibujo en forma de valva de ostra, elemento principal de la decoración rococó. Esta forma, al combinarse con elementos vegetales, adquirió un carácter anti-naturalista y fantástico. Este tipo de decoración se empleó en los techos y en las paredes de los palacios, complementada con grandes espejos dorados y suntuosos cortinados.
Durante el reinado de Luis XV, el estilo presenta innumerable cantidad de curvas y contracurvas y es muy recargado; en la época de Luis XVI aparecen, en cambio, líneas rectas y ciertos elementos decorativos de origen greco-latino que se vinculan con el descubrimiento de la ciudad romana de Pompeya. Este gusto por una mayor sobriedad se relaciona también con la presencia del racionalismo burgués expresado en las ideas de la Ilustración.
En la pintura y la escultura los personajes son representados con mucha elegancia y la naturaleza está idealizada. La pintura desarrolló diferentes temas, entre los que predominaron el retrato, los temas mitológicos, las escenas cortesanas y el paisaje. Este último tuvo gran desarrollo en Venecia, donde pintores como Canaletto y Guardi captaron distintas vistas de la ciudad y diferentes ceremonias que se desarrollaban en sus calles y plazas. En Francia, lugar de origen del arte rococó, sobresalieron Watteau, Fragonard y Boucher, que pintaron escenas aristocráticas y cortesanas.
El columpio (detalle). Óleo de Jean-Honoré Fragonard (1732-1806). A partir de 1767. Fragonard comenzó a pintar una serie de paisajes, retratos y escenas a la que llamó Fiestas galantes. De esa serie, El columpio fue su obra más conocida.
Salón con decoración rococó de la academia del Teresianum, en Viena. El mármol simulado, los estucos y las maderas pintadas son recursos decorativos habituales en el estilo rococó.
Retrato de Mademoiselle Henriette Óleo de Jean-Marc Nattier (1685-1766),
El retrato fue el género pictórico más desarrollado durante el siglo XVIII। La monarquía y los miembros de la nobleza y la alta burguesía encargaban a los artistas retratos que expresaran sus ideales de vida. El retrato de Mademoiselle Henriette, princesa de la casa real francesa, muestra las características de estas pinturas destinadas a engalanar los ambientes de las residencias de la nobleza. Mademoiselle Henriette, vestida con ricas telas, aparece delante de un enorme cortinado mientras se dispone a tomar el cello. El pintor la ha retratado como si la hubiera sorprendido tocando música y ella en realidad no hubiera posado. Los instrumentos musicales presentes —detrás del cortinado se asoma un clave— sirven para convertir a la joven en una alegoría de la música.